Y pues, lo que muchos pensamos -pero nos callamos por respeto- resultó ser más que cierto. Los normalistas están muertos...
A pesar de que haya sido sólo uno, siendo sólo uno... uno. Y los números faltan, falta contar a los otros cuarenta y dos, quienes seguro contaron con la misma suerte. Sé que por ética nacional no había que darlos por muertos, sin embargo, no se puede tapar el sol con un dedo, ni ocultarnos de nuestra realidad.
Pero su muerte trajo un legado, han sembrado algo que jamás se va a poder desaparecer por más que se intente... su muerte ha traído consciencia.
Pero la consciencia de nada sirve si no hay acción, una acción que valga la pena y no nos deje como cobardes que se ocultan en la seguridad del anonimato, una forma de ejercer presión, generar un cambio... pasar de ser conscientes para ser completamente activos, seres nuevos que no necesiten pasar por más desgracias para entender que su realidad es cruel.
Estudiantes que entiendan que la educación es la llave para entender y enfrentar el futuro, que el tener cultura es lo más importante para poder exigir rendición de cuentas y comprender el por qué ocurre lo que ocurre, para no caer en las banalidades de los opresores y tomarlas como una palabra máxima, para cuestionar y entender lo que estamos cuestionando, para ser quienes queremos ser, y para tener más que claro que el enemigo no es otro más que aquel que no decide tomar las riendas de su propia educación, aquel que no sabe que puede saber más, aquel que no pregunta, aquel que no interviene de forma activa... y sobretodo: aquel que no comparte lo que sabe.
Y esta consciencia que se ha sembrado, se volverá acción en cuanto al pueblo se le ocurra utilizar sabiamente los hashtags de #YaMeCansé y #YaSupérenlo, cuando el pueblo los use para ejercer acción real: "#YaMeCansé de la pobreza, y trabajaré para salir de ella" "#YaSupérenlo, superen la ignorancia... por lo que les ayudaré a superarla..." aunque no sea así de sencillo, aunque cueste trabajo... aunque la acción social sea una situación que cause pereza.
Los chicos están muertos... sí, y ya hay pruebas para decirlo, pero lo que representan sigue más que vivo, aunque nos intenten distraer con la muerte de sólo un individuo e intenten apagar el incendio que se ha generado y calmar las mareas que han azotado a todo nuestro ser, podemos presumir que el cambio puede hacerse. Tal vez no de golpe, pero poco a poco... y ese cambio, esa "revolución" está en nosotros... por más que duela y por más que intente reprimirse... ya sea con sillas o con "cabezazos" a los escudos de los granaderos -es en serio ¿no pudieron inventar algo... creíble? ¡que los manifestantes atacaron a los granaderos azotando sus cabezas contra ellos...! ¡órale, hijo de tu pinche madre...!-
Uno fue hallado... y como estudiante que se siente amenazada (igual que muchos) puedo decir que la rabia que tengo, es superior al miedo que me provocan ellos, es mayor al miedo que siento para alzar la voz, y si puedo hacerlo, lo haré sin importar los medios...
La rabia es más poderosa que el miedo, el miedo se vence sólo con aclarar la garganta y mostrar el descontento...
Porque habemos muchos enojados, pero por desgracia, hay pocos que están dispuestos a hacerlo notar...
Y con la ley nueva de Peña Nieto... mucho menos querrán, pero de algo estoy segura: no hay suficientes balas para matarnos a todos...
Tengan eso presente.
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