Todos lo piden, todos claman por algo que sabemos que no ocurrirá, y por algo de lo que tenemos la clara certeza de que sería un milagro en un mundo que tiene el descaro suficiente para pedir un alto a la corrupción cuando sabemos que ésta a muchos les da de comer.
Y definitivamente la renuncia de alguien en el poder, a menos de que se deba a vergüenza social, no es una solución inmediata a nada, sólo para muchos una exigencia de justicia o una muestra de cobardía, puesto que por alguna razón más poderosa que la persona en cuestión es por la que se efectúa una renuncia... o tal vez un poco de dignidad, lo que se traduce en la sensación vaga y plena de que es mejor retirarse antes de seguir echando a perder las cosas.
Las opiniones son innumerables, además de que están divididas, pero estamos de acuerdo todos en algo que ya mencioné: la renuncia no es solución inmediata ni espontánea a un problema que ya existía desde antes de la llegada de un tipo a una silla que resulta ser la silla presidencial, y cuya ocupación o usurpación afecta de manera obscena a la población dado que el hecho de estar en Los Pinos agravó agrava y agravará el problema de un modo exorbitante.
Una renuncia no es efectiva, si se conoce el sistema mexicano, es obvio que habrá un vacío temporal en el poder, pero éste dejará de estar en un limbo después de alguna elección que llegue a ser fraudulenta como la anterior, vendiendo a los candidatos a elegir como si se tratara de objetos-productos a utilizar, siendo ésta una democracia incipiente, las estrategias se verían seriamente afectadas.
El hoyo se llena, pero el limbo sigue igual, e incluso la situación se mantiene o empeora, puesto que ya se tiene con qué llenarlo.
Una renuncia no es la opción, sólo una aparente muestra de dignidad, y cuando llegue a ocurrir -cosa que no pronostico- se sabe que no será un evento limpio, sino que habrá toda una estrategia detrás de ello para mantener las cosas igual y así mantener su control... su descontrolado control.
La renuncia no es una solución inmediata.
El golpe de estado sí.
Aunque suene cruel y ya convencional la opinión, aunque parezca derramar mucha sangre el hecho de usar esas tres palabras, es necesario remover el sistema de raíz, no crecer con él.
Y la forma de hacerlo, es acabando con las raíces del problema... y acabar con la raíz es acabar con el partido gobernante.
Tal vez las consecuencias sean peores de lo que parecen, y el limbo eterno -o el infierno- de no saber o tener un dirigente fijo establecido dure más de lo que se espera. Pero es mejor no tener un dirigente a tener uno que manda matar a los propios ciudadanos.
Y si esto no sigue, más países del cono sur imitarán el sistema erróneo que tiene el gobierno para mantener un cierto control.
La solución más cercana, y la que parece siempre estar en boca de todos, incluso de los flojos que sólo buscan llamar una revolución desde sus casas, es acabar con una raíz, incendiar la rama y dejar que el fuego se expanda. Esto no se logrará si se sigue haciendo movimientos por separado, debe haber una unión, una forma de contactarnos entre todos para ejercer un plan de acción, teniendo en cuenta que la población sin internet u otros medios es el blanco al que se debe llegar.
Una población sin internet ahora es una población muerta, porque sólo tienen la televisión.
La razón por la que no nos levantamos es por el miedo, es porque ya conocemos nuestra historia... pero también deberíamos tener el valor para cambiarla, para INTERVENIR en las señales que nos mandan por todos lados, queriendo decirnos que esas señales son las correctas, pero que sólo son una fachada para infundir más y más miedo.
Sé que he dicho un deseo personal, una aspiración: que no haya balas para matarnos a todos, aunque sé que sí las hay... para callarnos, para desaparecernos, y no únicamente balas.
Nuestro golpe puede ser violento, pero también puede ser silencioso.
Y en caso de que vivamos en un limbo de no tener dirigente, sabemos que no lo necesitamos si es que las cosas van a seguir igual... nuestro dirigente sólo nos sacrifica, haciendo valer una premisa que hemos vivido desde hace muchos años: "cada acción tiene una consecuencia", y no se necesita ser genio para saber que si buscas hacer algo que beneficie a todos... la consecuencia será que terminaremos peor de lo que ya estamos.
Renuncie o no, ya estamos viviendo un infierno, renuncie o no... está en nuestras manos ver qué hacemos para salir de él. Renuncie o no... sabemos que como pueblo, tenemos más dignidad que el dirigente atacando al contingente.
El contingente tiene poder, y tiene la fuerza para armar una revolución... para hacer el cambio.
El contingente es un fuego que últimamente sólo sabe crecer.
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